- By alfonso.marquez
- Published hace 3 años
Hoy un 8% de los costos del sector productivo son destinados a la compra de combustibles y electricidad, y las 150 empresas más grandes del país representan más de un tercio del consumo de electricidad. Las metas de eficiencia energética fijadas en la reciente ley que regula esta materia impondrán un importante desafío a empresas públicas y privadas a revisar y mejorar sus procesos. La última entrega del Sello de Excelencia Energética da cuenta de cómo están avanzando en esta materia.
La Ley de Eficiencia Energética promulgada en febrero pasado busca, en términos simples, que el país utilice una menor cantidad de energía para hacer las mismas tareas que hace hoy: producir, calefaccionar, iluminar, transportar… O lo que es lo mismo, eliminar el desperdicio de energía. Esto tiene beneficios globales, principalmente por la disminución de emisiones de CO2 que causan el cambio climático -en línea con los compromisos nacionales de mitigación-, pero también locales, por ahorros de costos y de importación de combustibles fósiles, entre otros.
Entre otras cosas, esto tiene alcances en áreas como la construcción y el transporte, pero principalmente a nivel de industrias, ya que la ley establece la creación de un Plan Nacional de Eficiencia Energética que deberá fijar metas de reducción de intensidad energética que supongan, al menos, un 10% de disminución en el consumo país al 2030, respecto de 2019. Y esto tiene un foco principal en empresas que tengan un consumo igual o superior a las 50 tera-calorías anuales, quienes deberán alcanzar una reducción de su intensidad energética de, al menos, 4% promedio para el mismo período.
¿Cómo hacerlo? Básicamente, revisando cómo estamos haciendo las cosas, y ver qué estamos haciendo mal, ya que en esencia la eficiencia energética se puede definir como la capacidad de un equipo, instalación o proceso para realizar su función con el menor consumo energético posible.
Una buena muestra de ello es el trabajo que está haciendo la Agencia de Sostenibilidad Energética (AgenciaSE), que promueve la incorporación de eficiencia energética en el país a través de la entrega del Sello de Excelencia Energética -hasta hoy se denominaba “de eficiencia energética”, entregado por primera vez este año bajo ese título y que fue recibido por 38 empresas públicas y privadas. “El sello busca reconocer a las organizaciones que han implementado medidas para reducir sus consumos energéticos y emisiones, premiando su capacidad de ser cada vez más sostenibles, incorporando a su operación la eficiencia energética, las energías renovables y la electromovilidad, entre múltiples iniciativas. Esto contribuye a avanzar hacia nuestra carbono neutralidad y además motiva a otros a seguir este ejemplo”, destacó entonces el subsecretario de Energía, Francisco López.
Lo que busca este sello, dice Juan Pablo Payero, jefe de la línea de Desarrollo, Industria y Minería de la Agencia, es reconocer los esfuerzos genuinos por avanzar en esta materia y destacar el compromiso con la sostenibilidad. Y a partir de este año, este sello-bajo su nueva denominación- se amplió más allá del sector industria y servicios, reconociendo los esfuerzos que se están realizando en las pequeñas empresas, el sector público y la academia.
Los grandes consumidores de energía – en torno a 150 empresas – representan más de un tercio de la energía consumida en el país, lo que hace especialmente importante que estas empresas realicen una gestión activa de su energía. El sector transporte es el segundo sector de mayor consumo energético del país, representando en torno a un tercio del consumo total.
“En todas las industrias y segmentos hay actores que están muy avanzados en eficiencia energética y otros que recién están empezando a ver el tema. El Sello de Excelencia Energética complementa a la nueva ley, reconociendo a las instituciones y empresas líderes en sus segmentos; aquellas organizaciones que se destaquen por sobre los mínimos que establecen las normas legales, impulsando a otras hacer lo mismo”, explicó Ignacio Santelices, director ejecutivo de la AgenciaSE, durante la ceremonia de entrega del sello.
Parámetros mínimos para la excelencia energética
Si bien cada categoría del sello tiene requerimiento puntuales, lo que se busca hoy es que las instituciones cuenten con algún sistema de gestión de la energía, que permita mejorar su desempeño de forma sistemática. “Hoy es la principal política pública en materia de eficiencia energética, la ley, va a obligar a las empresas que tengan más de 50 tera-calorías al año de consumo energético a implementar sistemas de gestión. Así de importante es.
¿Y por qué le damos tanta importancia a los sistemas de gestión? Porque eso es lo que garantiza que el ahorro energético no se va a producir solo una vez por la implementación de una medida. Un recambio de iluminación, por ejemplo, va a generar un ahorro energético puntual. Lo importantes es cómo la empresa se asegura que efectivamente ese ahorro va a seguir en el tiempo, por eso el sello distingue a las empresas que tienen estos sistemas de gestión”, dice Payero.
A esto se suman otros requisitos. Por ejemplo, que exista una persona en la organización dedicada exclusivamente a hacer gestión energética, y que también se destinen recursos específicos y se implementen medidas para ello. “Hasta hace poco, que no había ley, todas las empresas que mostraban un sistema de gestión eran empresas que estaban adelantadas, que habían visto esto desde antes y que lo hacen con un compromiso genuino, no hacerlo porque se lo están pidiendo o se lo van a pedir”, afirma Juan Pablo Payero.
“Y el fundamento de esto -agrega- es que los ahorros de los sistemas de gestión de energía son reales, van entre el 3% y el 5% en promedio en las empresas en Chile, empresas que consumen una gran cantidad de energía y esto significa muchos recursos”.
Existen tres líneas principales para mejorar la eficiencia energética. Las primeras son las relacionadas con los cambios de hábitos y el control operacional. Es decir, cómo operar una máquina de forma distinta para ser más eficiente. Luego existen medidas de automatización y control que adicionan ciertos componentes -como un detector de movimiento o un variador de frecuencia- para operar un equipo de forma más automatizada. Y finalmente está el recambio tecnológico, que es sacar equipos de poca eficiencia y cambiarlos por un equipo nuevo.
Al menos un 8% de los costos del sector productivo son destinados a la compra de combustibles y electricidad, pudiendo superar el 15% en aquellas industrias intensivas en el uso de la energía.
Lo que menos se espera, o lo que menos se recomienda en términos generales, es el recambio tecnológico, ya que es más costoso. Lo importante, entonces, es detectar cambios de hábito u operacionales que permitan hacer más eficientes los procesos. Y en ese marco, la AgenciaSE entrega también premios destacados a las empresas y organizaciones que están liderando estos cambios.
Proyectos que marcan tendencia
Un ejemplo de ello fue el premio entregado este año en tres categorías especiales: medida energética destacada, transporte eficiente y electromovilidad, y trayectoria en eficiencia energética.
El primero de ellos recayó en dos empresas: Aceros AZA y Ultra Pac. En el caso de Aceros AZA, dice Juan Pablo Payero, se trató una mejora en el consumo de energía eléctrica en el denominado Horno de Fusión. Para poner en marcha estos hornos -explica- se requieren altos consumos de energía, pero realizando modificaciones al proceso permitieron lograron reducir el consumo energético, aumentar la confiabilidad de los equipos y otros beneficios colaterales.
“Es una medida que no implica necesariamente un gran costo económico, sino que tiene que ver con ser capaz de analizar los procesos, con identificar qué mejoras se podían hacer al proceso e implementar esas mejoras. En ningún caso se cambió el horno, es buscar una forma de hacer mejor las cosas. Estamos hablando de más de 3 millones de KW hora al año de ahorro, equivalente a US$250 mil al año”, explica.
“Es súper interesante, porque esto se hace con una inversión cercana a cero, y cuando el jurado elige las medidas de eficiencia energética se fija en eso, en que es un quick win. ¿Es necesario invertir una gran cantidad de dinero para hacer eficiencia energética? No cuando tienes un área de ingeniería dentro de tu organización, o un área de alta dirección que está preocupada de hacer más eficientes los procesos. Puede sonar súper obvio, pero no lo es”.
“Una cosa -agrega- es que esté dentro de los objetivos estratégicos de una organización el mejorar constantemente los procesos, para eso tiene que haber un presupuesto, gente, una estructura que soporta eso. Y ahí viene el mérito de Aceros AZA, no solamente generar ahorros ni que sea un proyecto tan ganador desde el punto de vista de la relación ahorro-inversión, sino que tiene que ver con la capacidad de innovar, de hacer reingeniería de procesos para la eficiencia energética, y no quedarse, porque el horno funcionaba bien y no había ningún problema con eso. Ahí es donde vienen estas empresas que están un poco más adelante”.
En el caso de Ultra Pac, explica, el proyecto está orientado a hacer más eficientes sus redes de aire comprimido. “Se requiere de mucha energía para producir poco aire comprimido, por lo tanto ahí hay un gasto energético súper grande. En muchas plantas industriales ves como hay fugas de aire en las tuberías y nadie le da mucha importancia, pese a que es caro. Entonces en ese espíritu de ser más eficiente, hicieron un estudio de cómo estaban produciendo el aire comprimido, y eso es lo que tiene de innovador: lo que hacen es reestudiar y se dan cuenta que estaban trabajando de manera no eficiente”.
Las viviendas consumen casi un 15% de la energía total del país, y parte importante de ésta se destina a calefacción. El sector público, en su conjunto, representa en torno a un 1% del consumo energético del país – excluyendo las grandes empresas públicas -, y al año se gastan sobre $200.000 millones en consumo de energía tan solo en el gobierno central.
Esto implicó diversas mejoras dentro del sistema de aire, entre ellas la reparación de fugas, “que es algo no menor porque detectarlas no es tan simple; reemplazar un acumulador de aire, mejorar la configuración de la sala de compresores, que son medidas que no tienen que ver con cambiarlos, si no que ver cómo están operando, están funcionando en cascadas, como se adaptan al régimen variable de necesidades de aire comprimido. Esto significó 370 mil KW hora y 35 mil dólares de ahorro al año, y una inversión de US$70 mil. O sea, es un proyecto que se paga en dos años. En general, los proyectos de eficiencia energética se pagan -la gran mayoría, antes de tres años-, entonces no se rquiere de una motivación adicional o de apoyos estatales para implementarlos”, agrega.
En la categoría “Transporte Eficiente y Electromovilidad”, el premio recayó en Duoc UC, CMPC y Enel X. “Esto tiene que ver con proyectos bien concretos en electromovilidad, o con la motivación de las empresas u organizaciones por agregar infraestructura, por generar instancias de capital humano, por innovación, o trayectoria”, explica Payero.
“Enel X -agrega- ha hecho mucho con los buses públicos, con la infraestructura de carga que tienen hoy, donde ves un compromiso real; Duoc no solo tuvo el primer cargador eléctrico público en la zona sur de la Región Metropolitana, en San Joaquín, sino que hoy fue capaz de adaptar la carrera de mecánica automotriz y le incorporó autotrónica, porque necesitamos los técnicos del mañana para esta tecnología. CMPC tiene vehículos eléctricos y están promoviendo obviamente el desarrollo de esa tecnología dentro de la organización, y busca generar un plan de largo plazo, una hoja de ruta, para alcanzar sus objetivos de electromovilidad como estrategia corporativa. Estamos reconociendo esfuerzos que son reales, concretos”.
En definitiva, dice, se está premiando este tipo de iniciativas porque son los aceleradores que se necesitan a nivel de mercado. “Queremos que sean inspiradoras para otras organizaciones que no están siguiendo este camino. En cinco, o diez años más, esto va a ser un ‘desde’; no queremos que las empresas que no se han querido subir al carro de la sustentabilidad se queden fuera, porque detrás de la crisis del Covid-19, la crisis económica, hay una crisis ambiental. Aquí hay una motivación y un foco hacia la productividad y la competitividad de las empresas del país, pero también hay un tema asociado al medioambiente. Y eso va a empezar a ser un requisito básico para poder vender productos afuera, o incluso para poder funcionar en Chile. Las empresas que están partiendo hoy con sistemas de gestión de la energía, porque la ley lo pide, son empresas que ya están atrasadas”, afirma.
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